ME GUSTA SER MUJER
Me gusta sentirme mujer guerrera, maga de las estrellas que despierta a otras mujeres a conectar con el poder innato que poseen. Me gusta mi sexualidad femenina, mi asociación con los ciclos lunares, la madre tierra, nutrir la semilla en mi vientre, el cuidado y acompañamiento al tránsito. Facetas en cada una de nosotras a desarrollar, hacia la energía sagrada que habita en nuestros corazones.
Estos años que estamos viviendo son “decisivos” para apoyar al nuevo paradigma, donde la visibilidad de las mujeres inyecta una nueva energía femenina de comprensión, comunicación, y aceptación a los interminables siglos dominados por el masculino. Quizás lo hayas notado ya, o estas a punto de sentir esa expansión que nos está permitiendo escribir nuestra propia historia y ser visibles al mundo.
Para mí, criada en un matriarcado, siento que me ha dado una mayor amplitud en mis derechos que a otras mujeres a las que veo en consulta que les está costando más, y desde donde aprecio los resultados de ese patriarcado tan denso. Lo veo a través de la anulación, del abuso, el maltrato, el miedo, la represión sexual… Patriarcado de hombres nacidos de nuestros vientres y a los que hemos amado como hijos y luego como hombres.
Vosotras, como yo, la mayoría nacidas en el siglo pasado, fuimos educadas en una diferencia abismal entre hombres y mujeres, dónde ser mujer era ser inferior al hombre. Nuestro derecho al voto fue en 1933 aproximadamente, (dependiendo de los países), y en esa dependencia del hombre fue en 1978 cuando pudimos abrir nuestra propia cuenta en un banco, hacer el DNI o administrar los bienes comunes; parece increíble, pero es cierto. Ya habíamos nacido muchas de nosotras y lo hicimos sin nuestros derechos, discriminadas por nuestro sexo.
Nuestra educación que iba más encaminada a ocuparnos de la casa, los hijos y el marido ha dado un giro brutal. La evolución de la mujer en su libre pensamiento, las nuevas ideas incorporándose a estudios universitarios, guiadas por otras mujeres que abrían paso, hizo que fuese un fin de siglo de mujeres independientes y combativas. Un tránsito donde muchas pagaron el precio del exilio y el abandono. Lo cierto es que encuentro muchas mujeres que siguen programadas para dar y dar, sin recibir nada a cambio, con creencias de lo que “tienen” que hacer y lo que se espera de ellas por ser el “sexo débil”, y dónde esa hipotética posibilidad de tomar decisiones está absolutamente condicionada por el clan y su manera de pensar. Una disyuntiva que se aprecia en los comportamientos de seguir cargando con todo en ese ideal de “libertad” de la mujer y que hoy en día para muchas es una “esclavitud”.
Bajo mi experiencia propia y en los acompañamientos que realizo, queda mucho que colocar dentro de la herencia recibida en el legado femenino, es ahí donde se encuentra toda la información que no permite a las mujeres realmente ocupar el lugar que les corresponde.
El legado Femenino
El legado se transmite de generación en generación. Aquello que nos inculcan nuestros ancestros, esos vínculos invisibles a los que somos fieles, las emociones, los silencios, los secretos…todo se pasa a las hijas. Heredamos, más allá del color de los ojos, la manera en la que vemos en el mundo y por tanto cómo nos comportamos en él.
El tránsito hacia la liberación real de la mujer ha de empezar por tanto en la sanación del árbol genealógico y en tomar consciencia de las creencias ocultas que traemos, para ser transitadas y cambiadas, con el fin de honrar las partes de ellas que habitan en ti.
Fijaos que echar la vista atrás y ver el árbol del cuál somos fruto, nos llevará a pasear por años dónde nuestra madre, abuelas, bisabuelas, tatarabuelas han sido invisibles y desvalorizadas, obligadas a hacer lo que no sentían, humilladas, acusadas, y en los casos más benévolos simplemente no se les pedía opinión y ellas mismas aceptaban su posición de sumisión y entrega.
Muchas me preguntáis: ¿Por qué me comporto así, si yo soy una mujer independiente? ¿Qué me pasa que atraigo hombres que me infravaloran? ¿cómo es posible que siga cargándome con todo?….y yo os respondo: hay que liberar a las ancestras, reconocerlas, honrarlas y sanar esa carga que llevas que no es tuya….mucho y maravilloso es el trabajo detrás de los patrones heredados.
De Lo Invisible a Lo Visible.
Desde la más remota historia de los tiempos de los que tenemos conocimiento, la historia de las mujeres ha sido invisible, como ellas mismas. He querido echar la vista atrás para entender el camino recorrido y cómo estamos haciéndonos visibles en éstos últimos siglos. Lo máximo que nos cuentan esos primeros relatos pasa por la culpabilidad de nuestros actos, la farsa de la manzana de Eva, María Magdalena como figura de mujer controvertida y pecadora; la caza de brujas, del S.XV al S.XII, en los cuales miles de mujeres fueron ejecutadas, condenadas a la hoguera por practicar la “brujería”, continuada por una Edad Media, donde los matrimonios eran convenidos por el padre, pasando a ser encerradas en casa a cargo de la crianza de los hijos y el cuidado del marido. Hasta el siglo XVI no se reconoció que la mujer tenía alma.
No muy lejos vemos que estos patrones continúan activos en las memorias de muchas de nuestras compañeras y esa culpa las acompaña obligándolas a realizar cosas que no desean, se castigan y ellas mismas se encierran en el olvido. El sentimiento de culpa social donde las mujeres que visten, actúan o hablan de una manera específica son etiquetadas, y cuando el asunto pasa a ser una invasión, el dedo acusador cae sobre ellas haciéndolas culpables de lo sucedido, ¿os suena? ¿Cuántas veces habéis dejado de hacer aquello que deseabais por el que dirán o no ser aceptadas? Esto es lo que ahora está cambiando con las nuevas generaciones de este siglo nuevo, y mientras escribía este texto, le pregunté a mi hija Martina (2001) qué le gustaba de ser una mujer del siglo XXI, ella me miró y riendo me dijo “estoy bien”, obvio ellas nacen bajo un camino ya allanado donde pueden transitar más libre, ¡ojo! También les queda lo suyo.
No puedo imaginar cómo se sintieron todas aquellas mujeres que vivieron ocultas, aplastadas e ignoradas en un mundo cruel bajo el poder de un puñado de hombres ciegos de consciencia. Siglos, donde se mantuvo la supeditación al hombre, trabajando en la casa y en el campo sin ser miradas a la cara por justificaciones religiosas, sociales, morales, legales; donde la situación de supervivencia dependía de los varones: o te casabas o al convento.
Avanzando en los años (S.XVIII) ya empezaron las casas nobles, alta burguesía y aristocracia a educar a las mujeres y empiezan a aflorar las trabajadoras, hilando, tejiendo, etc. Una vez más en desigualdad de condiciones y por la que la mano de obra femenina era muy demandada por su bajo coste. Algo que actualmente seguimos reclamando las mujeres después de más de dos siglos.
Es la incorporación de las mujeres a las fábricas y a los trabajos colectivos la que empieza a mover una conciencia de grupo humano hacia el feminismo como movimiento social y político de final de siglo. Durante las diferentes fases históricas es la primera vez que las mujeres se mueven a la acción para la liberación de su sexo, y donde se empiezan a hacer visibles pidiendo sus derechos humanos para la igualdad, un momento cumbre de cambio social que se continuó como avance hacia la sociedad que podemos disfrutar.
Resumo todo esto para que tengamos la misma visión de qué nos ha traído hasta aquí y como los patrones antiguos siguen marcando nuestros actos de manera inconsciente. Mirar atrás para comprender, entender y valorar la mujer que somos hoy en día. Que importante es la memoria histórica para darnos cuenta de cómo nos quitaron el poder por miedo a esa fuerza interna que tenemos. Nos hicieron sentir culpables del destrozo del paraíso, de nuestra mujer medicina y sanadora, llena de energía de gozo, el amor, la sensibilidad, la intuición que guía, la diosa que habitamos, la magia y nuestra sexualidad creativa… ¿para qué? Para dominarnos y tener bajo control.
Aquí hago una aclaración sobre lo femenino, dado que el femenino también está en el hombre, y ellos también son llamados a mover esta energía; al igual que nosotras estamos llamadas también a integrar la energía masculina que tenemos, más allá del rol desde el que cada una y cada uno quiera expresarse.
La mujer guarda la sabiduría del universo y ha de aprender a caminar junto a otras mujeres.
Por su dolor, su atrevimiento, valentía, coraje, amor, entrega y mucho más amo ser una de ellas y me gusta ser mujer.
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